Uno de los costos ocultos más importantes de las empresas, especialmente las que cuentan con departamentos de investigación y desarrollo, o de desarrollo de sistemas para la venta o para uso interno, es el de recursos dedicados a mejoras, arreglos, o nuevos desarrollos una vez que los productos son enviados a producción y son usados por primera vez por los clientes o los colaboradores. Lo mismo sucede con las empresas que ofrecen servicios o fabrican productos, cuyos costos de mejoras, rediseños, o hasta muchas veces de fracasos, son hasta más altos en algunas ocasiones que los de la fabricación y/o diseño.
Esto se debe a que estamos entrenados a utilizar sistemas lineales de desarrollo de productos, en los que -en general- se sigue el orden de analizar, diseñar, programar o fabricar, y solo entonces es lanzado el producto o servicio para su uso o su venta. Los costos en que se incurre a partir de ese momento son altísimos, y prácticamente nunca están en los presupuestos de desarrollo. Los fracasos son múltiples debido a esto.
Las metodologías de innovación permiten disminuir los costos asociados a la confrontación tardía con la realidad del mercado, a través de iteraciones sucesivas de validación de la solución. Lo más preciado de estas metodologías es que se permiten validar de forma sucesiva y creciente las hipótesis de lo que el mercado adoptaría. De esta manera se va avanzando desde un producto mínimo viable, a través de mejoras sucesivas provenientes de la retroalimentación de los clientes, hasta una solución final.
Pero esto no es suficiente. Quizás el factor crítico de éxito de estas metodologías es que previamente a la validación de la solución, se propone realizar la validación del problema o necesidad del consumidor. Muy pocas veces se piensa que la hipótesis que creamos de la necesidad del cliente puede ser incorrecta, llevando en numerosas ocasiones a estrepitosos fracasos evitables. Las metodologías de innovación incluyen la validación de la necesidad como un elemento primordial del proceso de desarrollo de productos o servicios, por el que todo inicia.
Al final de cuentas, la validación es un mecanismo esencial en toda empresa que venda productos o servicios, grande o mediana, para reducir sus costos ocultos a la hora de lanzar novedades, para disminuir el riesgo de fracasos, y para hacer frente a la competencia, sobre todo de startups innovadores que naturalmente usan estas metodologías para operar.
La clave de todo es que los clientes son el centro de la estrategia y del proceso de desarrollo de productos, y que son la fuente principal de información desde la etapa de formulación de hipótesis iniciales. Si no tenemos a los clientes en el centro, y los vemos como parte del proceso de desarrollo de productos o servicios, estaremos fuera del mercado tarde o temprano.